domingo, 27 de enero de 2013

“La Extraña Vida de Timothy Green”



Nuestros más valiosos tesoros los guardamos en cofres, algunas veces nuestros deseos, esto fue lo que hizo un joven matrimonio que deseaban ansiosamente ser padres, pero que de manera natural no lo lograron. 

Una noche, luego de la noticia médica sobre de la imposibilidad de lograr su sueño,  piensan que una manera de dejar de llorar es honrando a su hijo perfecto, su hijo fantasía. Para ello,  escriben algunos atributos que les hubiera gustado que tuviera su hijo: Honesto, bondadoso, que sepa amar y ser amado, una estrella, que anote un gol, entre otros. Así que, toman lápiz y papel y guardan cada una de las hojitas dentro de una caja de madera que conservan bajo tierra en su jardín, como quien siembra la semilla maravillosa que dará frutos. 

En la madrugada de esa noche, crece en su jardín  un niño que llega con la lluvia, su nombre es Thimoty, un niño mágico que tiene en sus tobillos hojas y cuando el sol brilla abre sus brazos, cierra los ojos y respira.  

El niño se adapta rápidamente a sus padres y a su familia, es amoroso y sabe siempre que decir para llegar al corazón de todos, a pesar que muchos no son muy amables con él. 

La extraña Vida de Timothy Green, nos muestra que todos los niños son un regalo y hablan de observar las virtudes a pesar de las diferencias, a mirar más allá de lo evidente y dejar huella en todas las personas con las que tenemos contacto.

También nos invita a escribir nuestros sueños y fantasías en algún momento dicen: Con lápiz se puede crear todo, es maravilloso ser Creador.

Ser padre es una tarea en la que cometemos muchos errores, en la mayoría de los casos por estar centrados en el profundo deseo de que nuestros hijos tengan una infancia perfecta, para reivindicar a nuestro niño interno. Pero sin duda, el amor incondicional nos permite crecer y hacerlo de la mejor manera posible dándoles herramientas para que sigan adelante de manera independiente

Al parecer, tenemos muy poco tiempo, pero así debe Ser. Cuándo crecen generalmente ya cometemos menos errores, sin embargo, ya paso el tiempo, no porque hicimos algo mal, sino porque así debe ser.


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