martes, 12 de enero de 2010

Una bella mujer

Dedicado a Ruth

En este hoy quiero dejar claro que este relato es mi recuerdo.

Al inicio de la historia era la número 7 de la familia, 11 mujeres conformaban su núcleo más cercano, así que aprendió pronto de la vida y de las diferentes personalidades.

Ella se destaco por su altivez y elegancia natural, la piel suave, radiante, el cabello abundante se dejaba caer sobre sus hombros. Creció siempre rodeada de halagos y de acosos varoniles, incluso de quienes no debían. Aprendiendo a sortear estos eventos, se hizo mujer y se enamoró perdidamente del hombre ideal para ella en ese momento, deportista, joven y aparentaba un futuro brillante, tomo la decisión, se casa. Su boda fue sencilla, la disfruto. De esa unión nació una niña muy querida, especialmente por la madre de la número 7.

Al pasar algunos años, tienen una segunda niña y el hogar se llena de alegría. Sin embargo, esta dicha no dura mucha, quizá motivado al ímpetu y los sueños de juventud, la incomprensión y la falta de confianza de ambos, hizo mella en la relación que la sostenía y la da por terminada. Se divorcian.

En ese limbo amoroso tiene su primera gran decepción, la ruptura la impulsa a trabajar a salir adelante y la lleva hacia caminos nunca explorados, hacia otros países el Sur que como un eco constante parece llamarla, la fuerza de la madre tierra la lleva hasta el Perú. Allí, conoce a otro hombre importante en su vida, que le muestra otra cultura, otros paisajes, y le llena de alegría el corazón. Trae la belleza artesanal de ese país y empieza a comercializarla, como una gitana se mueve de un lado a otro, feliz con el sólo roce del tiempo.

Su blanca y brillante sonrisa cautivadora escandidla a su alrededor, nacen nuevos motivos. Sigue rumbos, sin detenerse, como si el tiempo pasará muy rápido y quisierae aprovecharlo todo, le gusta la música. Recuerdo siempre su voz tarareando las canciones de Willie Colón, Oh que será y Gitana, Gitana. También melodías de Julio Jaramillo.

Su vida siguió, entre viajes, ventas, risas, bailes, y amores. Amores que luego de los cuarenta se tornaron intensos y tormentosos, se aprovechaban de su habilidad para generar ganancias, para apropiarse del lugar que pisaba, la saquearon física, emocional y monetariamente. Se refugió en sus creencias, y llegó la soledad y ella aún radiante, luciendo espléndida y aún cautivadora.

Pero, la sonrisa cesó, el silencio invadió su cuerpo, su mente; emergieron voces escondidas y las creencias que algo malo vendría por las manos de una mujer herida por el amor de un hombre se apoderaron de ella. Sus fantasmas mentales salieron, dejó de comer, por soledad, por falta de apetito. Se encerró a sí misma. Un ser libre dejó de ser lo que era en esencia, una aventurera exploradora, las rejas de un cajón parecen atarla y marcarla completa; su piel, su cuerpo como por arte de magia, se invade arrugas, su mirada se vuelve inquieta, su sonrisa estruendosa. Cuando la precisas, busca con timidez reconocimiento.

Así pasan los días…. Hasta que de pronto, ocurre algo…… se olvida de su vida, los recuerdos van y vienen. No hay ahora, ya no lo recuerda, habla con los suyos de antes, asegura verlos y estar con ellos.

Sin embargo canta sus canciones de siempre Julio Jaramillo sigue en su mente, aunque no recuerda mucho, sigue la melodía aunque pregunta como una niña, que aún no se aprende la lección: Cómo es qué es?, Sé ríe de sí misma.

Necesita ser cuidada con amor, aunque sólo recibe cuidados básicos. Su descendencia está, pero el ajetreo cotidiano parece invadirlos del desapego.

Desde afuera sólo veo la oscuridad de su espacio, el sonido del radio y su sonrisa ahora ingenua, sufriendo una y otra vez por eventos que ya pasaron, ausencias superada, que no recuerda y al preguntarlo los revive.

Su petición, no se olviden de mí.

Su nombre es Ruth Mariana

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